De acuerdo con
sus características, el bocio
puede ser difuso, es decir, a
expensas de un aumento global y regular de la glándula; o nodular, en el que se producen
aumentos focales del tamaño tiroideo, dando lugar al desarrollo de nódulos.
Según la
producción hormonal del bocio,
puede clasificarse en normofuncionante
(hormonas tiroideas normales), hipofuncionante
(hormonas tiroideas bajas) o hiperfuncionante
(hormonas tiroideas elevadas).
Con el adecuado
tratamiento es una enfermedad que no genera problemas importantes.
¿Cuáles son los
síntomas más habituales?
- Bulto en región anterior de cuello
- Dificultad para la deglución
- Dificultad respiratoria
- Afonía.
La tendencia
natural es hacia el crecimiento lento. Cuando el crecimiento es importante,
puede dar lugar a síntomas compresivos por desplazamiento y presión sobre
estructuras vecinas, como la tráquea, el esófago o el nervio recurrente, lo que
producirá dificultad respiratoria, para la deglución o afonía,
respectivamente.
Aparte de los
síntomas compresivos, las manifestaciones que puede originar tienen relación
con las posibles alteraciones acompañantes de la función tiroidea, como es el
hipertiroidismo (nerviosismo, palpitaciones, cansancio, pérdida de peso, entre
otras) o el hipotiroidismo (intolerancia al frío cansancio, somnolencia,
sequedad de piel...).
Causas:
Hay diversas
clases de bocios.:
Un bocio
simple: Puede ocurrir cuando la glándula tiroides es incapaz de producir
suficiente cantidad de la hormona tiroidea para satisfacer las necesidades
corporales. Para compensar la deficiencia de la hormona tiroidea, la glándula
tiroides se agranda Esto puede deberse a la falta de yodo en la dieta de una
persona. En muchos casos se desconoce la causa. Aparte de una falta de yodo
otros factores que pueden llevar a la afección pueden ser:
- Ciertos medicamentos (litio o aminoglutetimida)
- Infecciones
- Fumar
- Ciertos alimentos, conocidos como bociógenos, que pueden influir en la absorción de yodo (soja, cacahuete y verduras de la familia del brócoli y el repollo).
Los bocios
simples también son más comunes en personas de más de 40 años de edad, con
antecedentes familiares de bocio y en mujeres. La frecuencia de bocio aumenta
con la edad hasta llegar a un 60% de casos en mujeres de edad superior a 60
años. No es infrecuente que se observe de forma transitoria en recién nacidos
de madres tratadas durante el embarazo con fármacos antitiroideos por
hipertiroidismo. Es frecuente también su aparición en el curso del embarazo.
El bocio
nodular tóxico es un agrandamiento de la tiroides que tiene una o
muchas masas pequeñas y redondas llamadas nódulos. Uno o más de estos
nódulos producen demasiada hormona tiroidea.
Un porcentaje
muy elevado de bocios cursan sin alteraciones en las hormonas tiroideas. Muchas
veces, se deben a formación de quistes o a un aumento de la formación de un
líquido llamado coloide, que se encuentra entre las células tiroideas que se
agrupan formando folículos.
En otras
ocasiones, se desarrollan nódulos quísticos, hemorrágicos o sólidos, debidos a
proliferaciones focales del tejido tiroideo.
Cuando existen
deficiencias enzimáticas en la síntesis de hormonas tiroideas (bocios
disenzimáticos) o una falta mantenida del aporte alimentario de iodo (bocio
endémico), la disminución de la función tiroidea induce un aumento de TSH, que
da lugar a un aumento del tamaño glandular con el fin de restablecer la función
tiroidea, aspecto que no siempre se consigue.
En la gran
mayoría de casos de hipertiroidismo existe bocio, pues para que se produzca una
producción aumentada de hormonas tiroideas es necesario que la glándula sea de
mayor tamaño y posea mayor capacidad sintética.
En la
enfermedad de Graves-Basedow
(hipertiroidismo de causa autoinmune), el bocio es clásicamente difuso.
Cuando se
desarrolla un cáncer de tiroides, la forma más habitual de presentación es la
de un nódulo de consistencia dura y crecimiento rápido.
Diagnóstico y tratamiento:
En la amplia
mayoría de casos de bocio el diagnóstico se lleva a cabo por inspección y
palpación del médico.
La realización
de una ecografía tiroidea aporta habitualmente datos adicionales
relacionados con la función y la morfología, especialmente en lo que respecta a
la existencia de nódulos.
La gammagrafía
tiroidea puede identificar los nódulos captantes o calientes y los
no captantes o fríos.
Para completar
el diagnóstico, es necesario realizar una estimulación de hormonas tiroideas y
TSH en sangre para saber si la situación es normo, hipo o hiperfuncionante.
Cuando se
observan formaciones nodulares, puede ser necesario realizar una
punción-aspiración con aguja fina para conocer la estructura celular del nódulo
y aproximarse hacia su posible benignidad o malignidad.
El tratamiento
depende del tamaño del bocio, sus síntomas y de la causa subyacente. Los
bocios pequeños difusos o con nodulaciones mínimas, que son normofuncionantes,
únicamente requieren vigilancia periódica.
Los
tratamientos cuando existe un agrandamiento de la tiroides abarcan:
- Tratamiento con suplementos de hormona tiroidea en pastillas si el bocio se debe a una tiroides hipoactiva.
- Dosis pequeñas de solución de yodo de Lugol o de yoduro de potasio si el bocio se debe a una falta de yodo.
- Yodo radiactivo para encoger la glándula, especialmente si la tiroides está produciendo demasiada hormona tiroidea.
- Cirugía para extirpar toda la glándula o parte de ella.