miércoles, 19 de noviembre de 2014

Saber más sobre el bocio.

Con el término bocio se describe un aumento del tamaño de la glándula tiroides.

De acuerdo con sus características, el bocio puede ser difuso, es decir, a expensas de un aumento global y regular de la glándula; o nodular, en el que se producen aumentos focales del tamaño tiroideo, dando lugar al desarrollo de nódulos.

Según la producción hormonal del bocio, puede clasificarse en normofuncionante (hormonas tiroideas normales), hipofuncionante (hormonas tiroideas bajas) o hiperfuncionante (hormonas tiroideas elevadas).

Con el adecuado tratamiento es una enfermedad que no genera problemas importantes.

¿Cuáles son los síntomas más habituales?

  • Bulto en región anterior de cuello
  • Dificultad para la deglución
  • Dificultad respiratoria
  • Afonía.

La tendencia natural es hacia el crecimiento lento. Cuando el crecimiento es importante, puede dar lugar a síntomas compresivos por desplazamiento y presión sobre estructuras vecinas, como la tráquea, el esófago o el nervio recurrente, lo que producirá dificultad respiratoria, para la deglución o afonía, respectivamente. 

Aparte de los síntomas compresivos, las manifestaciones que puede originar tienen relación con las posibles alteraciones acompañantes de la función tiroidea, como es el hipertiroidismo (nerviosismo, palpitaciones, cansancio, pérdida de peso, entre otras) o el hipotiroidismo (intolerancia al frío cansancio, somnolencia, sequedad de piel...).


Causas: 

Hay diversas clases de bocios.:

 Un bocio simple: Puede ocurrir cuando la glándula tiroides es incapaz de producir suficiente cantidad de la hormona tiroidea para satisfacer las necesidades corporales. Para compensar la deficiencia de la hormona tiroidea, la glándula tiroides se agranda Esto puede deberse a la falta de yodo en la dieta de una persona. En muchos casos se desconoce la causa. Aparte de una falta de yodo otros factores que pueden llevar a la afección pueden ser:

  • Ciertos medicamentos (litio o aminoglutetimida)
  • Infecciones
  • Fumar
  • Ciertos alimentos, conocidos como bociógenos, que pueden influir en la absorción de yodo (soja, cacahuete y verduras de la familia del brócoli y el repollo).

Los bocios simples también son más comunes en personas de más de 40 años de edad, con antecedentes familiares de bocio y en mujeres. La frecuencia de bocio aumenta con la edad hasta llegar a un 60% de casos en mujeres de edad superior a 60 años. No es infrecuente que se observe de forma transitoria en recién nacidos de madres tratadas durante el embarazo con fármacos antitiroideos por hipertiroidismo. Es frecuente también su aparición en el curso del embarazo.


 El bocio nodular tóxico es un agrandamiento de la tiroides que tiene una o muchas masas pequeñas y redondas llamadas nódulos. Uno o más de estos nódulos producen demasiada hormona tiroidea.


Un porcentaje muy elevado de bocios cursan sin alteraciones en las hormonas tiroideas. Muchas veces, se deben a formación de quistes o a un aumento de la formación de un líquido llamado coloide, que se encuentra entre las células tiroideas que se agrupan formando folículos.

En otras ocasiones, se desarrollan nódulos quísticos, hemorrágicos o sólidos, debidos a proliferaciones focales del tejido tiroideo.

Cuando existen deficiencias enzimáticas en la síntesis de hormonas tiroideas (bocios disenzimáticos) o una falta mantenida del aporte alimentario de iodo (bocio endémico), la disminución de la función tiroidea induce un aumento de TSH, que da lugar a un aumento del tamaño glandular con el fin de restablecer la función tiroidea, aspecto que no siempre se consigue.

En la gran mayoría de casos de hipertiroidismo existe bocio, pues para que se produzca una producción aumentada de hormonas tiroideas es necesario que la glándula sea de mayor tamaño y posea mayor capacidad sintética.

En la  enfermedad de Graves-Basedow (hipertiroidismo de causa autoinmune), el bocio es clásicamente difuso.

Cuando se desarrolla un cáncer de tiroides, la forma más habitual de presentación es la de un nódulo de consistencia dura y crecimiento rápido. 


Diagnóstico y tratamiento:

En la amplia mayoría de casos de bocio el diagnóstico se lleva a cabo por inspección y palpación del médico.

La realización de una ecografía tiroidea aporta habitualmente datos adicionales relacionados con la función y la morfología, especialmente en lo que respecta a la existencia de nódulos.

La gammagrafía tiroidea puede identificar los nódulos captantes o calientes y los no captantes o fríos.

Para completar el diagnóstico, es necesario realizar una estimulación de hormonas tiroideas y TSH en sangre para saber si la situación es normo, hipo o hiperfuncionante.

Cuando se observan formaciones nodulares, puede ser necesario realizar una punción-aspiración con aguja fina para conocer la estructura celular del nódulo y aproximarse hacia su posible benignidad o malignidad.


El tratamiento depende del tamaño del bocio, sus síntomas y de la causa subyacente. Los bocios pequeños difusos o con nodulaciones mínimas, que son normofuncionantes, únicamente requieren vigilancia periódica.


  Los tratamientos cuando existe un agrandamiento de la tiroides abarcan:

  • Tratamiento con suplementos de hormona tiroidea en pastillas si el bocio se debe a una tiroides hipoactiva.
  •  Dosis pequeñas de solución de yodo de Lugol o de yoduro de potasio si el bocio se debe a una falta de yodo.
  •  Yodo radiactivo para encoger la glándula, especialmente si la tiroides está produciendo demasiada hormona tiroidea.
  •  Cirugía para extirpar toda la glándula o parte de ella.  

viernes, 14 de noviembre de 2014


 Hipotiroidismo: ¿Qué comer?
La glándula tiroides, situada en el cuello, regula varias funciones en el organismo. Participa en la producción de las hormonas tiroxina (o T4) y triyodotironina (o T3), que regulan el metabolismo y afectan al funcionamiento de otros sistemas del cuerpo. Para la formación de estas hormonas es imprescindible el yodo, que se obtiene de la ingesta dietética. Cuando la tiroides funciona de manera normal, no es necesario pensar en una dieta específica. Sin embargo en el caso que nos ocupa la alimentación desempeña un papel fundamental. A continuación ofrecemos recomendaciones dietéticas para ambas situaciones, si bien es imprescindible contar con la ayuda de un dietista nutricionista.


Hablamos de  hipotiroidismo cuando se produce una disminución en la producción de hormonas tiroideas. El hipotiroidismo suele acompañarse de fatiga, cansancio, caída del cabello, somnolencia y, aunque no existe una relación causa-efecto demostrada, sobrepeso u obesidad, dada la relación de estas hormonas con el metabolismo energético del organismo. En el hipotiroidismo existe un ritmo de metabolismo lento y puede haber un aumento de peso corporal, según la gravedad del hipotiroidismo. Habitualmente este aumento de peso suele ser moderado, de aproximadamente un 10%, predominando una retención de agua y sal sobre el aumento de la grasa corporal. Como el hipotiroidismo es más frecuente en las mujeres y su prevalencia aumenta con la edad, no debe confundirse con los cambios producidos por la menopausia.
El tratamiento del hipotiroidismo consiste en la administración de hormonas tiroideas por vía oral, y debe ser controlado periódicamente por el médico endocrino.
La primera medida a tomar es controlar la función tiroidea. Nuestro endocrinólogo nos indicará la medicación adecuada para lograrlo. Esto nos permitirá tener parte de la batalla ganada pero, por supuesto, una alimentación saludable y equilibrada jugará un papel fundamental. Algunos alimentos favorecen el funcionamiento de la glándula tiroides y otros interfieren directamente en su función o impiden la absorción intestinal de la hormona tiroidea. Por tanto, debemos saber qué comemos y cómo afecta a nuestra salud.
Algunas recomendaciones serían las siguientes:

  •     Se debe realizar 4 o 5 comidas al día poco abundantes y evitar picar entre ellas. Tampoco es conveniente saltarse ninguna comida principal.
  •     Es preciso aumentar la actividad física diaria: caminar, usar menos el ascensor y más las escaleras, realizar más trayectos a pie y menos en coche, así como practicar más ejercicio físico de intensidad moderada (caminar rápido, ir en bicicleta, nadar, jugar a fútbol o baloncesto, etc.).
  •     Utilizar  métodos de cocción que no exijan la utilización de grasas, como la plancha, el horno, el hervido, el microondas, el vapor o el papillote. Evitar fritos, rebozados, guisos, empanados y conservas en aceite.
  •     Evitar consumir embutidos y carnes muy grasas: cordero, vísceras, chuletas, longanizas o hamburguesas industriales, bacon o panceta, morcilla, mortadela, chorizo, foie, etc. Sustituir por carnes magras, como pollo, ternera, pavo y conejo.
  •     También es interesante el consumo de pescado, especialmente los marinos, muy ricos en Iodo.
  •     Huevos (intente consumir entre 3 y 4 unidades por semana).
  •     Sustituir los lácteos enteros (incluyendo quesos muy grasos, yogures enteros, derivados lácteos como flanes o mousses, nata o crema de leche...) por desnatados. 
  •     Evitar margarina, mantequilla y manteca de cerdo así como las salsas precocinadas.
  •     Tampoco deberían consumirse azúcar blanca y morena, miel, caramelos con azúcar, chocolate con leche, galletas, pasteles, bollería... . Sustituir por edulcorantes como la sacarina, el aspartamo o la Stevia.
  •     No tomar Bebidas alcohólicas ni refrescos azucarados
  •    Potenciar el consumo de alimentos ricos en fibra.
  •     Incluir en la dieta Verduras crudas y cocidas así como frutas. Una excepción la constituyen las crucíferas pues pertenecen al grupo de los denominados bociógenos que afectan a la producción hormonal. Además de la familia de las coles podemos incluir en este grupo apio, rabanos, cebollas, naranja, limón, semillas de lino, soja, mostaza,yuca, cacahuete, mijo.
  •     Féculas y cereales, en cantidad moderada (pan, pasta, arroz, legumbres, patatas...)
  •     Para cocinar y aliñar es preferible utilizar aceite de oliva, sin excederse y vinagre (que no sea de módena), limón y especias.
  • Agua, bebidas e infusiones light.

  
Déficit de Yodo y función tiroidea
El déficit de yodo puede afectar a la producción de hormonas tiroideas y provocar por tanto hipotiroidismo y bocio (aumento de tamaño de la glándula tiroides). Aunque la deficiencia de yodo ha mejorado mucho, todavía no ha sido erradicada por completo.

El yodo se encuentra en la superficie de la tierra y de ahí pasa los vegetales cultivados. Por tanto, los vegetales cultivados en tierras pobres en yodo pueden contener escasa cantidad de este mineral. Los alimentos procedentes del mar, como pescados, mariscos y algas marinas, son ricos en yodo. Hoy en día los lácteos son también una fuente de este mineral, puesto que se usan piensos enriquecidos en yodo para la alimentación animal. La sal marina pierde el yodo durante su proceso de elaboración; por tanto, a menos que sea enriquecida, no será una fuente de este mineral.

La estrategia más eficiente para erradicar la deficiencia de yodo es la llamada yodación universal de la sal, mediante leyes que regulan la yodación de toda la sal de consumo humano y animal. Esta estrategia está recomendada por la Organización mundial de la Salud (OMS).

Entre los alimentos recomendados están aquellos que aportan la cantidad de yodo suficiente para la producción de tiroxina. Entre ellos, encontramos los siguientes:
  •    Mariscos y pescados de mar.
  •    Leche y derivados lácteos bajos en grasa.
  •     Huevos.
  •     Sal yodada: 1 cucharadita de café al ras contiene 150 ug de yodo, que cubre los requerimientos diarios para un correcto funcionamiento tiroideo.
  •     Los vegetales de nuestra dieta tendrán mayor o menor contenido en yodo según el contenido de este mineral en el suelo en que se cultiven.
    Por el contrario, debemos minimizar o restringir el consumo de algunos otros alimentos debido a que interfieren con el funcionamiento de la tiroides o con la absorción intestinal de la tiroxina:
  •    Los suplementos dietéticos con altas dosis de fitoestrógenos  de soja, en los niveles de la dieta vegetariana pueden aumentar 3 veces el riesgo de progresión de un hiportiroidismo subclínico a hipotiroidismo clínico, por lo que los pacientes vegetarianos deben controlar frecuentemente su función tiroidea.
  •     Los comprimidos de tiroxina se pueden tomar con cualquier líquido excepto  leche de soja, zumo de pomelo o café. Las personas con enfermedad celíaca mejorarán la absorción intestinal de la tiroxina al evitar los alimentos con gluten.
  •  Se recomienda no abusar de  de la ingesta de algas marinas en la dieta, ni    consumirlas como productos de herbolarios con la falsa promesa de perder peso: especialmente el Fucus vesiculosus, Kelp, Ascophylum nodosum, etc. Su contenido en yodo es excesivo y puede frenar la tiroides y empeorar el hipotiroidismo, aumentar los anticuerpos antitiroideos o también aumentar el riesgo de hipertiroidismo en personas con nódulos tiroideos o con de enfermedad de Graves. La disfunción tiroidea por sobrecarga de yodo afecta preferentemente a personas con enfermedad tiroidea previa.
  •    Tampoco se recomienda el consumo de ajo pues bloquea la absorción de Iodo.
Fuentes: